Este viernes, como cada año en las vísperas de Santa Águeda, tocaba salir a cantar a la santa. Las niñas, ataviadas con sus trajes típicos y sus bastones de madera, llevaban ya días ensayando y estaban ilusionadas e impacientes por salir a la calle.
Entonces me vino una imagen muy chamánica, en el que un círculo de personas cantan al unísono mientras golpean rítmicamente el suelo, con ese sonido peculiar de la madera que recuerda a una txalaparta. Y otra imagen llegó a mi mente, en el que un grupo de personas hacía lo mismo hace ya miles de años.
“Están llamando a la Primavera”, pensé. Nunca había caído, pero esta vez fue revelador. Me puse a investigar más sobre esta festividad y alguna otra que coincide en estas fechas y he descubierto un montón de cosas interesantes.
El origen del martirio de Santa Águeda
Santa Águeda fue una santa cristiana martirizada en el siglo III, cuyo martirio consistió en la amputación de ambos pechos y en su posterior quema en unas brasas al rojo vivo. Dicho así, su vida suena poco exótica, la verdad. Pero si nos ponemos a pensar en ella, es una energía femenina – una mujer- a la que se le despoja del atributo femenino más notable, los pechos, y está relacionada con el fuego, pero como energía prematura creadora en estado embrionario, de la cual posteriormente surgirá la primavera.
En sus celebraciones, son típicas las costumbres en las que las mujeres toman el mando y se impone su voluntad, aunque sea por un corto periodo de tiempo. Aquí vemos que la simbología es potente, y como es especialidad en la religión católica, probablemente estén ocultando ritos anteriores al cristianismo, en el que la mujer habría tenido un papel preponderante.
Origen Matriarcal de la mitología vasca
Es muy característico golpear madera o generar ruido para alejar a los malos espíritus. Con lo cual, este hecho del repiqueteo con la vara en el suelo pueda tener también un doble sentido de despertar a la Madre Tierra para atraer a la primavera, y a la vez, alejar a los malos espíritus que residen en la “oscuridad” -o invierno-, donde nos sumimos en una estación fría, más lúgubre y con los días más cortos.
Me gustaría añadir que la cosmovisión de la mitología vasca se basa en una visión telúrica y con una gran Matriarca, Mari, en contraposición a la mayoría de las culturas donde hay un dios, concebido como una deidad esencialmente masculina que vive en los cielos.
De ahí podemos corroborar el supuesto origen precristiano de la festividad de Santa Águeda, (Agate Deuna), donde se honra a la tierra, y se busca su “despertar” a base de dar golpes rítmicos con una vara en el suelo. Estos golpes podrían también identificarse como los “latidos” del suelo.
Este tipo de religiones primigenias basadas en lo matriarcal son originarias de periodos muy antiguos; hablamos del Neolítico e incluso del Paleolítico. Posteriormente, las religiones y las mitologías en la mayoría de las culturas se volvieron eminentemente patriarcales, en torno a un dios o dioses generalmente hombres, que ostentaban el poder racional, y se basaban más en la escritura que en las tradiciones orales, más propias de las mujeres.
Estas culturas que honraban a la Gran Madre (Tierra), que nutre y sustenta, suelen tener una visión de la vida más colectiva, de “tribu” y menos individualista.
La Candelaria como compañera de Santa Águeda
Por estas fechas, además, contamos con otra festividad que complementa de alguna manera, el ritual de Santa Águeda de despertar la naturaleza. Celebrada el 2 de febrero, la Fiesta de la Candelaria tiene una connotación cristiana, pero también incorpora elementos de purificación. Durante esta festividad, se bendicen las velas y a menudo se llevan a cabo procesiones y rituales para purificar las casas y alejar a los malos espíritus.
Además de su conexión cristiana, la fiesta de la Candelaria también se asocia con tradiciones pre-cristianas y paganas que celebraban la luz y la renovación. En muchas culturas, febrero era un mes en el que se realizaban rituales para purificar el hogar y alejar los espíritus malignos, marcando la transición del invierno a la primavera.
La tradición celta: Imbolc y Brigit
No solo en el País Vasco existen este tipo de ritos para atraer la primavera. En la cultura celta, tenemos a festividad de Imbolc, celebrada alrededor del 1 de febrero. Es un momento significativo en las tradiciones celtas y neopaganas. Imbolc marca el final del invierno y el despertar de la naturaleza en preparación para la llegada de la primavera. En el centro de esta festividad se encuentra la veneración de la diosa Brigid, una figura celta multifacética asociada con la luz, la poesía, la curación y la fertilidad.
Brigid, también conocida como la Diosa Triple, representa las tres fases de la vida: doncella, madre y anciana. En Imbolc, se enfatiza su aspecto de doncella, simbolizando la juventud y la promesa del crecimiento renovado. La diosa Brigid personifica la energía creativa y la chispa divina que despiertan la naturaleza después del letargo invernal.
La simbología de Imbolc se teje con el concepto de purificación y renovación. En esta época del año, la diosa Brigid es honrada a través de rituales que buscan purificar y bendecir el hogar, así como también purificar las mentes y los corazones. Las llamas de las velas y hogueras, encendidas en su honor, representan la luz que vence las tinieblas del invierno, un acto simbólico de bienvenida a la luz creciente y al aumento de la energía vital en la naturaleza.
Podríamos decir, pues, que la fiesta de Imbolc aglutina en sí los rituales que en el cristianismo se han separado bajo el nombre de Santa Águeda y festividad de la Candelaria.
Nuevamente, tenemos la idea de purga o renovación, energía asociada al signo de acuario. No deja de sorprenderme la cantidad de culturas que, en la misma época del año, tienen rituales similares.
Setsubun y Año Nuevo Chino
Vamos ahora a poner un ejemplo de una cultura que nos es algo más remota. Setsubun es una festividad japonesa que marca el final del invierno según el calendario tradicional japonés y la transición hacia la primavera.
Celebrada el 3 de febrero, esta festividad tiene profundas raíces en las tradiciones espirituales y culturales de Japón. Una de las prácticas más destacadas de Setsubun es el ritual llamado «Mamemaki», que literalmente significa «lanzar semillas». Durante este ritual, las personas arrojan semillas en dirección a las puertas o ventanas de sus hogares, o en lugares sagrados como templos y santuarios. Recordemos que las semillas, que representan la energía en potencia.
Setsubun no solo se trata de deshacerse de lo negativo, sino que también simboliza la bienvenida a la primavera y la renovación de la naturaleza.
Setsubun y el Año Nuevo Chino comparten similitudes en su enfoque en la renovación, la purificación y la atracción de la buena fortuna, a pesar de pertenecer a dos culturas distintas
De manera similar, en el Año Nuevo Chino, se realizan diversas actividades para limpiar las casas de malas energías y recibir el nuevo año con positividad. Los fuegos artificiales, la danza del león y la danza del dragón son algunas de las tradiciones que marcan el inicio del Año Nuevo Chino.
No deja de ser curioso que Leo, representado por un león, sea el signo opuesto complemetario a Acuario. Leo, simboliza el sol, como dragones o serpientes están asociados la luna. Es muy simbólico esto del fin y el yan. De nuevo, luces y ruido con fuegos artificiales para alejar a los malos espíritus.
Y la vida sigue…
Podríamos seguir hablando de la simbología de los rituales y las festividades durante horas, es un tema que me apasiona. Me gusta ver cómo la sabiduría popular ancestral ha penetrado en las mentes de las personas, sigilosamente, pasando totalmente inadvertidas. Estas costumbres y ritos paganos, asociados a los ritmos naturales, en sintonía con la tierra, se han colado por la puerta de atrás de nuestro intelecto y condicionan nuestra forma de ver el mundo sin que seamos ni siquiera conscientes de ello.
¿Cómo podría ser posible que tantas personas, en lugares tan remotos, llevemos a cabo rituales similares si no estuvieran de alguna manera ligados al devenir energético del universo?
En definitiva, la energía del comienzo de febrero es buena para realizar rituales de limpieza, dejar atrás lo viejo y dar entrada a lo nuevo, acompañados bajo la fuerza renovadora del signo de Acuario.
Nuestros ancestros eran sabios observadores de los ricos naturales, y ello está patente justo en frente de nuestros ojos, para quien sepa mirar.